domingo, diciembre 17, 2006

La zawiya y el ajedrez

Profundo cuento sufí que nos enseña el camino correcto de nuestras acciones.

El joven dijo al Sheyh de la zawiya (comunidad):

-Me gustaría mucho ser un sufi, pero no he aprendido nada importante en la vida. Lo único que me enseñó mi padre fue a jugar al ajedrez, que no sirve para la iluminación. Además, aprendí que cualquier juego es acto indeseable un error (Danb).

-Puede ser un acto indeseable un error (Danb), pero también puede ser una diversión, y quien sabe si esta zawiya no está necesitando un poco de ambos - fue la respuesta.

El Sheyh pidió el tablero de ajedrez, llamó a un discípulo sufí y le ordenó jugar con el muchacho. Pero antes de comenzar la partida dijo:

-Aun cuando necesitemos diversión, no podemos permitir que todo el mundo se pase jugando al ajedrez. Entonces, solamente conservaremos aquí al mejor de los dos jugadores; si nuestro discípulo pierde, saldrá del la comunidad y dejará la plaza para ti.

El Sheyh hablaba en serio. El joven comprendió que jugaría por su vida y le vino un sudor frío; el tablero se convirtió en el centro del mundo. El discípulo sufí comenzó a perder. El muchacho atacó, pero entonces vio la mirada de santidad del otro, y a partir de ese momento comenzó a jugar mal a propósito. Al fin y al cabo prefería perder porque el discípulo sufí podía ser útil al mundo.

De repente, el Sheyh tiró el tablero al suelo.

-Tú aprendiste mucho más de lo que te enseñaron –dijo-. Te has concentrado lo suficiente para vencer, fuiste capaz de luchar por lo que deseabas. Después, tuviste compasión y disposición para sacrificarte en nombre de una noble causa. Sé bienvenido al a la comunidad, porque sabes equilibrar la disciplina con la misericordia.

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