viernes, septiembre 01, 2006

Dulces vacaciones

Durante esta semana he estado disfrutando de un merecido descanso, tras casi dos años sin vacaciones, por lo que espero que mis lectores sepan perdonarme por no haber añadido contenidos a esta humilde bitácora.

He estado en Murcia visitando a Esperanza y a sus padres, quienes, amablemente, me invitaron a pasar unos días inolvidables en la serranía de Murcia, en Murcia capital y en las playas alicantinas de La Torre de la Horadada. Como anfitriones debo añadir, que es imposible encontrarlos mejores, y que la hospitalidad y la amistad con la que fuimos obsequiados deberían ser mencionados en los libros de enseñanza. Chapeau!!!

Durante estos días he aprovechado el tiempo para descansar y para cultivar mi felicidad en el día a día.

Algunos días me he levantado a las 7 de la mañana, para ir a hacer footing por las playas, escuchando la música celestial de las olas abrazando las orillas, fundiéndose con mi espíritu. Mientras corría, el alba me daba la bienvenida en el horizonte, alzando el sol sobre el mar y calentando mi cuerpo con su luz. Ver el amanecer es una sensación especial de felicidad, en el que el mundo y yo somos uno, y es una señal inequívoca de un día en perspectiva, en el que se pueden hacer grandes cosas. No sé. A lo mejor soy un romántico, y que estas pequeñas cosas quizás no signifiquen nada. Pero para mí, un amanecer es una nueva oportunidad para vivir y aprovechar la vida.

He aprovechado también para ejercer como padre, paseando a mi hija por las playas, enseñarle cosas sobre el mar, sobre los barcos, los puertos, los diques, las playas, y un sin fin de cosas más. También la he enseñado a hacer fotografías con mi teléfono móvil, y la verdad es que se le da muy bien. Estoy pensando en comprarme una nueva cámara de fotos digital y regalarle la actual.

Ni qué decir tiene que otras cosas me han hecho muy feliz, como aprovechar más el tiempo en familia, salir más tiempo juntos, bañarnos en la playa, enseñar a nadar a la peque, descubrir nuevos sabores de helados artesanos, descubrir lugares dentro de este pueblo tan tranquilo y acogedor que es la Torre de la Horadada, donde teníamos playa de sobra sin tumultos ni congestiones, donde el turismo no está tan masificado y sus gentes te saludan con una sonrisa en la cara.

Una tarde fui con mi familia a Murcia capital a pasar una tarde entrañable con Esperanza, quien nos enseñó el casco antiguo de la ciudad, con sus estrechas calles, su increíble catedral, y sus populares centros comerciales (omito nombres y marcas, ya que no me pagan por ello). Después estuvimos un rato con su madre y con su abuela, charlando toda la tarde mientras degustábamos té inglés y cafés en una cafetería muy acogedora junto a su casa.

Después de cuatro días abusando de la hospitalidad de esta entrañable familia murciana, pusimos rumbo a Benidorm, donde pasamos el día en Terra Mítica, un parque temático bastante bien ambientado en Egipto, Roma, Grecia, Iberia, Alejandría y Creta. Nos divertimos mucho en las atracciones y con los espectáculos. Lo único que he de criticar es la escasez de lugares de sombra, y que ese día superábamos los 42 grados centígrados. Toda una proeza de autosuperación en el ejercicio físico en situaciones extremas.

Mis vacaciones aún no han terminado, pues aún me queda otra semanita por delante. Comentaros que estoy volviendo a escribir aquel cuento que empecé. A ver si antes de volver al trabajo consigo terminarlo.

Ahí os dejo unas cuantas fotos de mis aventuras vacacionales.


























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