viernes, junio 09, 2006

Paz

La terrible tormenta en mi alma cesa,
las negras nubes en mi mente se disipan,
la húmeda y fría lluvia de mis ojos se aleja,
y el cálido sol en el horizonte de mi corazón aparece.

¡Aléjate de mi, pérfida tempestad,
que bastante mal has descargado
y solamente estás de paso!

Observo cómo te alejas, y empiezo a reírme.
“no has sido tan mala después de todo”.
Tus temibles rayos, cortantes y peligrosos,
no han sido tantos, y menos aún los que me han alcanzado.
La inmensa lluvia que has dejado
puede ser beneficiosa y aprovechable.

He perdido algo,
pero me queda mucho más.
No me lamentaré de las pérdidas,
pues éstas no se pueden recuperar.
Trabajaré para reparar el daño,
y podré obtener más cosechas.

Aparece el sol y el cielo azul,
tras la tormenta en mi alma.
Cantan alegres los pájaros,
enmudeciendo los truenos que se alejan.

¡Llegad a mí, rayos de sol!
¡Iluminad mi alma de paz y felicidad!
¡Madurad los frutos,
que la tormenta ha cesado!

¡Aléjate de mí, tormenta!
¡Ven a mí, sol!
Que soy vuestro dueño,
amo y señor.

No hay comentarios: