lunes, mayo 22, 2006

La herida

El pastor no lamenta la pérdida de una oveja,
porque, si así fuera, perdería todo el rebaño.
El agricultor no lamenta el daño de la plaga, la inundación o la sequía,
porque, si así fuera, perdería toda la cosecha.
El viejo árbol no lamenta que el rayo ampute su rama,
porque, si así fuera, perecería.

¿De qué sirve preocuparse por lo ya sucedido?
¿Puedo retroceder al pasado y evitar el daño?
¿Puedo solucionarlo con mi pena y con mi rabia?

Preocuparse por la herida
es abrirla aún más,
hacerla más dolorosa,
impedir su cicatrización,
crear secuelas para el futuro.

El gran sabio cierra la herida.
El gran sabio calma el dolor.
El gran sabio acelera la cicatrización.
El gran sabio evita las secuelas.

El gran sabio no se preocupa; cura sus heridas.
El viejo árbol no se preocupa: da varias ramas
donde el rayo le ha quitado una.

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