Llega el frío y crudo invierno,
y éste se cierne sobre el gran bosque.
Los árboles pierden sus hojas;
las plantas perecen bajo las nieves.
El frío viento pasea como un fantasma;
la aplastante nieve hostiga las almas.
El viejo y sabio enebro
conserva su inmortal primavera.
He visto muchos enfermos,
con sus rostros sombríos,
con sus angustiosos dolores,
con sus hedores a muerte.
He observado sus trasquilones,
sus estropeados corazones,
sus chirriantes y atascados huesos,
sus estómagos perforados
y sus prematuros envejecimientos.
El terrible invierno de la preocupación
se cierne constantemente sobre este bosque.
Los hombres enferman y se entristecen;
los débiles enloquecen y se suicidan.
No quiero este invierno de preocupaciones;
no quiero este invierno de males.
Quero ser el viejo y sabio enebro,
y conservar mi inmortal primavera.
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